Sus pingos, la política y el bajo mundo
Se cumple este mes un nuevo aniversario de la muerte de Carlos Gardel, del que ya hace tiempo deberíamos comenzar a llamar el Carlomagno del tango, pues indudablemente fue el más grande exponente de nuestra canción.
Se nos fue un 24 de junio de 1935, sin pedirnos permiso; muchos hubieran querido tenerlo por muchos años más. Por eso le cantaban: "Me hubiera gustado verte, Carlitos Gardel añoso, con el cabello canoso, pero tenerte, tenerte".
Otros, en cambio, se conformaron con que su existencia terminara en ese año, pues consideraban que si hubiese seguido viviendo muchos años, cabía la posibilidad de que fuera él quien grabara la marcha "Los muchachos peronistas" y no su imitador Hugo del Carril.
Carlitos, de origen humilde, fue más tarde, como veremos, conservador en política y además se dio el lujo de tener caballos de carrera. En 1925 se sirvió de un amigo de toda la vida para que cuidara a su caballo Lunático: don Francisco Maschio.
En sociedad con José Razzano, Gardel tuvo dos studs: “La Guitarra” y “Gardel C” y compró otros caballos: La pastora, Amargura, Cancionero, Theresa, Mocoroa, Guitarrista y Explotó. Le gustaba decir que había sido víctima de los caballos lentos y las mujeres ligeras. De esta afición burrera nació la amistad con el jockey uruguayo Irineo Leguisamo, quien durante medio siglo gobernó las pistas del Río de la Plata y que montó al caballo Lunático.
Lo cierto es que los que ven la posibilidad de que Carlitos grabara la canción peronista, a pesar de haber sido conservador, se basan en que con el transcurso del tiempo podía cambiar de partido político. No nos debe esto extrañar, porque sería uno más de los que en nuestro país hubieran cambiado de camiseta.
Cuando los artistas eran voceros de los candidatos, tanto si fueran conservadores, radicales o socialistas, “Carlomagno” fue muy importante en los actos conservadores junto a José Razzano. En esa actividad, Gardel se relacionó con Alberto Barceló y por ende con Juan Ruggiero. ¿Cómo llegó a esto? Tenía 20 años cuando hizo amistad con los hermanos Traverso, dueños de la fonda O´Rondeman, en Humahuaca y Agüero, frente al Mercado de Abasto. En ese bar cantó Gardel por primera vez. Los Traverso eran pesos pesados y fueron los primeros protectores del cantante en los peligrosos arrabales de principios del siglo XX.
El bandoneonista Miguel Bonano ha dejado establecido: “Yo era amigo de Ruggiero y también de Amaro Giura. Este último era amigo de Carlos Gardel. A través de esas vinculaciones fue como terminé haciéndome amigo de Gardel. Como a Carlos le gustaba el escolazo, yo lo presenté a Ruggiero, con el cual también terminó siendo amigo”.
Los comités del Partido Conservador eran los que siempre estaban abiertos durante todo el año, a diferencia de los locales de la oposición que sólo se habilitaban en tiempos previos a las elecciones. En los comités conservadores Gardel encontraría un auditorio permanente.
Si bien Alberto Barceló descubrió la excelente propaganda que el Zorzal representaba para el partido, Ruggiero también supo utilizar sus influencias cuando el cantor las necesitó.
Gardel además tuvo un buen ángel de la guarda. En la madrugada del 11 de diciembre de 1915, fue baleado en un confuso episodio en la entrada del Palais de Glace. "Ya no vas a cantar más El Moro" escuchó Gardel antes de recibir el impacto. El doctor Ricardo Donovan, que lo atendió en el hospital Ramos Mejía, examinó la herida y comprobó que había perforado el pulmón izquierdo, sin orificio de salida. Como evolucionó favorablemente, los médicos decidieron no operarlo, por lo que el proyectil quedó alojado en su pecho el resto de su vida. Su ángel protector había hecho su parte.
Todo había sido el producto de una venganza por cuestión de polleras. En efecto, Gardel tenía relaciones con Giovanna Retana, propietaria de un salón de baile de la calle Viamonte en la Capital Federal. Por sus gestiones, Gardel y Razzano comenzaron a actuar en El Armenonville, restaurant concert ubicado en la avenida Alvear y Tagle.
El concubino de esta mujer, Juan Garesio, dueño a su vez del Chantecler, sito en Paraná 440, y hombre de respetar dentro del hampa porteño, no toleró ese romance y envió a Roberto Guevara para que tiroteara al Zorzal. Acompañado de Gregorio Gallegos de la Serna, éste cumplió con el encargo.
Como era posible que se enviara a otro sicario a terminar el trabajo, el ángel de la guarda de Gardel, le aconsejó que hablara con Ruggierito para que tratara de calmar los ánimos. Este recurrió a otro hampón, el Gallego, para que hablara con Garesio para que éste olvidara el asunto. Y por suerte lo logró.
El Morocho del Abasto nunca olvidaría el gesto y se mantendría ligado al municipio de Avellaneda, a su gente y a Alberto Barceló. Luego comenzó su carrera triunfal hasta llegar al Medellín del 24 de junio de 1935.
Al ir a subir al avión, Gardel recordó que ese día su ángel de la guarda tenía franco.
El reemplazante no había llegado. Pero, desgraciadamente, él subió igual... ®