Editorial • Octubre 2017

Trump Un

Los fanáticos del género del terror ya lo saben. Mientras algunos monstruos ya no asustan ni a los chicos de la primaria, otros se mantienen vigentes a pesar de los cambios en nuestra sociedad actual. En el mundo ya no quedan islas por explorar, por lo que los King Kongs y Godzillas de todo tipo y tamaño se volvieron obsoletos. “Si hubiese monstruos de este tipo en algún lado”, razona la gente, “los satélites de AT&T o DirecTV ya los hubiesen detectado”. Lo mismo pasa con los OVNIs, que tanto asustaban hace unas décadas, cuando muchos pensaban que había bases extraterrestres en la luna y ni que hablar de las avanzadas y diabólicas civilizaciones de Marte. Hoy en día da más miedo viajar apretado en un viaje comercial Los Angeles-Ezeiza, que toparse de madrugada con un plato volador en la ruta a Las Vegas y ser secuestrado por seres verdes de otra galaxia.


Los que sí sobrevivieron más allá de lo previsible fueron los “slayers”, aquellos asesinos con caretas o caras pintadas y cuchillos tamaño machete que renovaron el género del terror allá por los años '80. Y no es que tipos como estos ya no causen miedo; si hace falta agregar pruebas para apuntalar el caso, vale agregar que el villano de una de las películas más vistas de las últimas semanas es un payaso de esos. Lo que resulta sorprendente es que los argumentos siempre se basan en lo mismo. ¿Cuántas veces hemos visto a la parejita de post-adolescentes que para hacer el amor a escondidas de su grupo se les ocurre entrar a un desvencijado galpón a la vera de un lago, el mismo sombrío lugar al que ni la más despistada comadreja se animaría a visitar? ¿O el muchacho de anteojos que encuentra rastros de sangre por toda la casa y al escuchar un ruido en el sótano baja dubitativo las escaleras -la luz, por supuesto, ya no anda, por lo que el futuro finado desciende a oscuras- y pregunta “Katie, eres tú?”. Y ya sabemos que no es Katie, o si lo es, su cuerpo está cortado en rodajitas cual salchichón ahumado. No importa si el asesino viste como un espantapájaros o como un roquero gótico, si usa máscara de hockey o se pinta como un cacique sioux, la cosa siempre termina más o menos igual.
En política internacional, muchos gobernantes de carácter autoritario siguen esta lógica; si funcionó antes, ahora también va a funcionar y vamos a terminar vendiendo millones de entradas. O de votos, en este caso. La película de terror de estos días la protagonizan dos “slayers” de lo más temibles: el presidente estadounidense, Donald “Tweety” Trump y el líder norcoreano, Kim “Rocket man” Jong-un. Ambos ostentan horribles peinados y se comportan como adolescentes ricachones cuyo arsenal nuclear es el juguete más preciado. Declaración va, amenaza viene, una detonación nuclear por aquí, un buque de guerra por allá, los dos están embarcados en una competencia para demostrar quién tiene el misil más largo.
Llama la atención que, en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, Ri Yong, ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Norte, calificó a Trump como “un trastornado mental que está repleto de megalomanía”. Más allá de que millones de personas aquí y alrededor del mundo no podrían estar más de acuerdo con él, lo irónico es que eso también define a la perfección a su propio jefe.  
No es claro qué tan serio es en realidad el peligro que representa el muchacho norcoreano; se lo ve como un legítimo heredero de Sadam Hussein en el trono de Villano Mundial que Pone en Peligro los Valores de Occidente. Y ya sabemos cómo terminó el iraquí quien supuestamente estaba al frente de “una de las maquinarias de guerra más poderosas del planeta”.
Por estos lados, el presidente Trump parece decidido a honrar la larga tradición de su partido de crear conflictos con países del tercer mundo que desencadenen en una guerra como única manera de tapar el pobre desempeño en todo lo relativo a política doméstica, e incluso ganar las próximas elecciones apelando al falso patriotismo de los ciudadanos engañados.
Ya lo vivimos tantas otras veces en el pasado que el desenlace de esta nueva película de terror es tan predecible como el de Halloween VI.
Para mantenerse informado, no se aleje mucho de su celular. Los pormenores de la próxima guerra nuclear, como corresponde a la gravedad del tema, serán anunciados por Tweeter.  ¤

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